“En lugar de dividirlos en pasado, presente y futuro, deberíamos decir el presente del pasado, el presente del presente, el presente del futuro”.
— Alejandro Jodorowsky
Frecuentemente, la mente está secuestrada en el pasado y cuando logra liberarse de él, suele irse al futuro. Esta separación entre el cuerpo (que está en el presente) y la mente (que está en el pasado o el futuro) genera ansiedad, dolor, angustia y tensión. El cuerpo no puede hacer el trabajo solo, y la mente casi nunca está con él para ayudarle.
Si el nivel de conciencia aumenta, el significado del pasado cambia y, como el árbol se juzga por sus frutos, si los frutos cambian el árbol también. Podemos cambiar nuestro pasado, entenderlo mejor. Cristóbal Jodorowsky dice: “El hombre recuerda fácilmente que es hijo del pasado, pero suele olvidar que es padre del futuro”.
En un taller de tarot propuso un ejercicio que consiste en situarse en el “yo realizado” (Arcano XXI; El Mundo) y, desde ahí, hablarle al “yo del presente” que tiene todas las posibilidades a su alcance (Arcano I; El Mago). De este modo, traemos al presente, de la manera más positiva y esperanzadora, los deseos que aun no hemos realizado materialmente.
Si la mente no está en armonía con el cuerpo, solamente conoce el pasado y el futuro. Jodorowsky dice: “La palabra perro no muerde”. Para la mente que no esta sintonizada con el cuerpo, el presente es tan sólo una palabra, pero no lo conoce ni lo experimenta. En el inconsciente están las cosas que tienen que ver con el pasado, lo positivo y lo negativo. En el supraconsciente está la llamada del futuro.
Vivimos en los tres tiempos (en el pasado, en el presente y en el futuro): en lo que fuimos, en lo que somos y en lo que seremos. La posibilidad de conectar con los tres nos llega de la dimensión espiritual, en la que todos los tiempos se funden en un eterno ahora. Dios solo está en el presente. Si tenemos que tomar alguna decisión importante, ayuda muchísimo enfocar la atención en nuestra respiración. Esta es una de las mejores maneras de traer la mente al presente. Si estamos atrapados en pensamientos obsesivos o preocupantes, observar nuestra respiración es de gran ayuda... poco a poco empezaremos a respirar más lentamente, sin hacer esfuerzos. En ese momento de serenidad es cuando la mente se acerca al cuerpo.
Al hacerlo lenta y pausadamente, de pronto surgirá la decisión adecuada. Lo que surja es indiferente, lo importante no es cuál es la decisión, sino de dónde surgió. Si viene de la cabeza, nos dará problemas y sentiremos culpa y/o arrepentimiento. La decisión que viene de la mente no es placentera, y muchas veces, puede ser incluso dolorosa.
Decisión (de-cisión) es una separación, y todas las separaciones duelen. La mente nos separa continuamente de la realidad, y se queda secuestrada en el pasado o anhelando estar en el futuro. En cambio, cuando la decisión surge de nuestro ser espiritual, no importa cual sea, sentiremos serenidad, gozo y certeza. La persona sintonizada con el presente atrapa un momento único que no conoce el arrepentimiento. No le interesa cambiar su pasado ni sus recuerdos, y tampoco prepara su futuro. En el presente vivimos la dimensión de la Gracia y el Milagro. En el espíritu no hay libre albedrío, solo existe el asentir a la voluntad divina. Entonces no hay decisión, sino “guía”.
Fuente: Alas; Diario de una libélula peregrina (Por Karina Pereyra)
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Imagen: Ana Couto
Montaje de Imagen: Manny Jaef
@alejodorowsky en Twitter
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