miércoles, 17 de junio de 2015

Salvador Dalí, El Emperador


“En las profundidades de nuestro inconsciente hay una obsesiva necesidad de un universo lógico y coherente. Pero el universo real se halla siempre un paso más allá de la lógica”. Coda Bene Gesseri.

Salvador Dalí, emperador del universo conocido 

Jodorowsky quiere a Dalí en el proyecto “Dune”, pero este solo genera extrañas situaciones: exige presentar al emperador en un trono formado por dos delfines que recogerán la orina y heces imperiales, pues considera que es fundamental que el público vea las deposiciones del emperador. Cuando le exponen que lo necesitarán para siete días de rodaje, anuncia solemne que si Dios creó el mundo en siete días, Dalí no será menos y accede a cambio de un precio de cien mil dólares la hora. Y el juego no termina aquí: aclara que no se leerá el guión (“Mis ideas son mejores que las suyas”), que elegirá a la corte imperial entre sus amistades y que tendrá el derecho a decir lo que le venga en gana como emperador del universo conocido. Increíble. Jodorowsky acepta el envite, ha encontrado a un enloquecido artista superior y se dispone a asumir el reto, a jugar con él.

Sobre el fichaje de Dalí, cuenta el propio Jodorowsky:

“Cuando preparaba el reparto de mi película Dune, basada en la novela de Frank Herbert (proyecto que no se pudo realizar), Salvador Dalí me sometió a una angustiosa prueba. Yo quería que el pintor interpretara al demente Emperador de la Galaxia. Le gustó la idea y, para “conocer el talento de ese jovenzuelo que cree poder dirigir a Dalí“, me invitó a una cena en un lujoso restaurante de París. Me vi sentado frente a él entre un séquito de doce personas. A quemarropa, me preguntó: “Cuando Picasso y yo éramos jóvenes e íbamos a la playa, siempre al pisar la arena encontrábamos un reloj, ¿usted ha encontrado alguna vez en la playa un reloj?”
Los aduladores del artista me miraron con sonrisas crueles. Yo tenía apenas unos segundos para responder. Si decía que había encontrado un reloj, pasaría por ser un pretencioso. Si decía que no había encontrado ninguno, pasaría por un mediocre. No pensé la respuesta, me llegó sola: “¡No he encontrado ningún reloj pero he perdido muchos!” Dalí tosió, dejó de prestarme atención y se puso a hablar con la corte que lo acompañaba. Pero al final de la cena me dijo: “Muy bien, firmaré el contrato”. Luego agregó: “Quiero ser el actor mejor pagado del mundo: 100.000 dólares la hora”.
Modifiqué el guión: inventé que el Emperador tenía un robot idéntico a él, con piel de cera y que lo representaba, y contraté a Dalí por una hora: sólo aparecería sentado en un laboratorio manipulando botones para dirigir su robot.

Ilustración: Boceto versión experimental hecho por Gonzalo Golpe, basado en “Dune” de Alejandro Jodorowsky, con Dalí como emperador loco.

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