«Consiga una parcela del cuerpo de la persona que quiere embrujar (saliva, sangre, cabellos, uñas), o cualquier objeto impregnado de ella (un pedazo de ropa, etc.). Agregue una parcela idéntica de su propia persona. Envuelva todo en una cinta roja sobre la cual habrá trazado el nombre suyo y el de la otra persona, escribiéndolos con su sangre (doble la cinta de modo que los nombres se toquen). Encerrará ese encanto en el cuerpo disecado de un gorrión durante siete días. Después lo portará bajo su axila otros siete días. Luego echará todo al fuego. Mientras el encanto arde, irá a ver a la persona que ama. La encontrará embrujada. Se le entregará».
Lo que quiere decir es que, si necesitamos realizar tan complicado embrujo, es porque el ser deseado nos rechaza o es un ideal imposible. Toda obsesión amorosa por una persona que nunca satisfará nuestros deseos, es el deslizamiento de las impulsiones incestuosas infantiles hacia nuestra madre o nuestro padre. Al mismo tiempo que deseamos que se nos entregue, hacemos todo lo posible para que esto no suceda. La mayoría de los/las solitarios que se quejan de no tener oportunidades de encontrar una pareja, en el fondo, a causa de diferentes traumas y conflictos, está rechazando esa unión. Para encontrar hay que dejar de rechazar y hacerse disponible, no hacia un ser determinado, sino hacia quien las fuerzas universales desean unirnos. Es preciso entonces convencer al inconsciente de que nos ayude. Se puede conseguir esto siguiendo dos caminos, uno lento, el otro rápido. El lento exige un análisis del árbol genealógico y un consultante valiente que no tema enfrentar recuerdos dolorosos, para liberarse de la trampa incestuosa. En el camino rápido, que es el de la psicomagia, sólo se necesita tener fe.
Aconsejo al consultante que se amarre una cinta rosa en el pene donde haya escrito, con tinta verde: «Necesito una mujer». La consultante debe amarrarse alrededor de la cintura una cinta azul celeste donde haya escrito con tinta roja: «Necesito un hombre». El/la consultante, una vez a las seis de la mañana, otra a las seis de la tarde y la última a medianoche, frente a un espejo, mirándose fijamente a los ojos, debe recitar gritando:
«¡Que venga, que venga que nadie la/lo detenga!». Debe hacer esto durante tres días seguidos, sin desatar la cinta.
∼✻∼
Alejandro Jodorowsky en “Manual de Psicomagia”.
Montaje de Imagen: Manny Jaef
@alejodorowsky en Twitter
No hay comentarios:
Publicar un comentario