Los aislamientos pueden ser resistencias, Alejandro Jodorowsky las define como: “escorias del pasado, embutidas en nuestra mente por la familia, la sociedad y la cultura. Son los muros que nos mantienen encerrados en el pasado”. Esos muros pueden tomar la forma de una neurosis de fracaso, de un nudo sadomasoquista, o uno incestuoso que nos encarcela en el interior de la familia, entre otras cosas.
Es conveniente recordar que aquello que nos hace diferentes, por defecto o por exceso y que la sociedad denuncia, es también el “don extraordinario” al que nunca deberíamos renunciar.
En un universo donde todo esta conectado el aislamiento es la muerte. Querer volver al interior del útero, donde las cosas se nos daban sin esfuerzo es un error. Parafraseando nuevamente a Alejandro Jodorowsky: “En este universo en perpetuo crecimiento, el que no avanza, retrocede”.
Deberíamos aprender de nuestras células, para ellas el aislamiento resulta algo inconcebible. Para salir del mismo y averiguar quienes somos debemos expandir nuestra consciencia. Y ahí llega el arte. El arte nos abre a otros mundos, a otras miradas, nos “muta” la consciencia. Por eso el arte es terapéutico y puede salvarnos.
Una persona se retrae en su relación con los demás por múltiples circunstancias. Puede que carezca de habilidades sociales, la misma neurosis de fracaso puede condicionar para no permitir contactos satisfactorios con los otros. Es posible también que las necesidades de contacto con el grupo sean mínimas, o que un nudo sadomasoquista inculque que nadie es de fiar, o uno incestuoso programe al niño para no moverse fuera del círculo de la familia, en donde está Todo. Pero hay casos en los que el sentirse diferente, bien por defecto (complejos físicos, intelectuales, diferencias sociales...), o bien por exceso (sobredotación, madurez temprana...), produce un aislamiento. En estos últimos casos, bendecir esa diferencia como don, incorporarla y después compartirla, puede cambiar la manera en la que estos seres extraordinarios se relacionan con el mundo.
Extraído de “Metagenealogía”, Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa.
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