Si puedes encontrar la llave para abrir la puerta de la mística de lo femenino, has abierto la puerta de la existencia. Todo el mundo tiene que pasar por esa puerta sin tensión, equilibrado, satisfecho, contento –ese es el secreto del ser femenino.
Cuando digo esto, existen dos posibilidades de malentendidos: las mujeres pueden interpretarlo mal y creer que no pueden hacer nada; los hombres pueden comprenderlo mal y pensar que esto no es para ellos. No; es para ambos. Pero recuerda... las mujeres no son puras, han perdido su mística femenina. Tienen que volver a conseguirla. Desde luego para ellas será más fácil conquistarla que para los hombres, no creas que un hombre como Lao Tse no es para ti –es particularmente para ti, de lo contrario seguirás alejándote cada vez más de la existencia y del éxtasis de la vida. Todo el mundo tiene que regresar a la madre; esa es la mística femenina.
El hombre es como una roca y la mujer es como el agua. Cuando el agua cae sobre las rocas, la roca desaparece, antes o después se convierte en arena. Es sólo una cuestión de tiempo. En el primer contacto del agua con la roca es tan fuerte y el agua tan suave, que lógicamente nunca puedes imaginar que un día el agua seguirá estando allí. Esto es lo que Lao Tse llama “el camino de la corriente de agua” –la fuerza de lo femenino.
La energía masculina es la del hacha, la del leñador. ¿Has observado a un leñador cortando leña? Esa es la energía de lo masculino: destructiva, agresiva, violenta.
La energía femenina es como la de un surfista. Lo masculino en lugar de fluir con la vida lucha contra ella; lo femenino se deja llevar por ella, nada con ella, no lucha contra ella. Lo femenino es maleable y tiene flexibilidad, es más líquido.
Osho
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