Aquí comienza la cosa:
El Jefe notó que su mano se hinchaba. «Me ha mordido la culebra», dijo. «Voy a morir», dijo. Llamó a la tribu. Vieron su mano. «Hay que buscarse otro Jefe. Este Jefe está muerto. Es cosa hecha.»
Nimah era su hija. «Te mueres», decía Nimah y apoyaba su cabeza sobre las cabecitas de los abuelos. Alguien cantó en el bosque. El canto hizo reír al Jefe. «No quiero morir triste. Quien canta así puede alegrarme.
Iré a verlo.» «Adiós», contestó Nimah.
Dos veces una mano, salió el sol desde que partió el Jefe. Nimah, con el vapor del leño que seca, empequeñecía las cabezas de los abuelos hasta dejarlas como un dedo gordo.
¡Qué alegre volvió el Jefe! Apenas se sostenía. Antes de que Nimah le diera el hachazo de la Ley, dijo: «Yo he visto al que canta». Nimah preguntó: «¿Cómo es y quién? »
El Jefe hace revolotear su mano hinchada. Contesta: «Quien canta así es un pájaro. Se llama Orí.» Le da su hija el hachazo. La cabeza rueda. Todos gritan «¡Fue!» y comienzan a pelearse por el trono.
Aquí sigue la cosa:
Nimah se imaginó: «Orí vuela muy alto y tiene el plumaje dorado.»
En Primavera, el chacal busca pareja. El tigre no nos come y ruge, busca pareja.
En Primavera, los nidos se llenan de huevos, los peces desaparecen, buscan pareja.
Le sale una pluma al pájaro: roja; al cocodrilo diente nuevo y otra cola a la jirafa. Todo busca pareja.
En Primavera, Nimah quería un Orí.
«¡A juntarse de a dos!», grita el nuevo Jefe. Los hombres de un lado, las mujeres del otro, corren al centro de la aldea, chocan y ¡al que le tocó le tocó! Ellas los agarran de la melena y los arrastran hacia sus chozas. Bien.
¿Y Nimah?
«Es Primavera, debes arrastrar pareja», le dijo, dicen.
Ella: «Yo quiero a uno que no está».
Pregunta el Jefe: «¿Tiene melena?»
«Es dorado y vuela muy alto. ¡Orí es quien es!»
Una mujer arrastra al Jefe, es Primavera. Nimah grita:
«¡Me voy y lo busco! ¡Quiero hacer con él pareja! ¡Con nadie más!»
Aquí termina la cosa:
Nimah, en el bosque, llamó a Orí. Apareció un pajarraco. Era gris y volaba muy bajo. La hija pregunta: «¿Lo has visto?» El responde: «Lo veo dentro de ti.»
«Sí –dice ella–, pero yo busco un Orí que existe afuera.»
«Buscaremos juntos», decide el pajarraco.
Anduvieron y anduvieron. Al tiempo de cosechar, ella: «¡Te ha crecido una pluma dorada!»
El: «¿Y a Orí dentro de ti?»
Ella: «¡Le ha crecido una pluma gris!»
Anduvieron y anduvieron. Al tiempo de sembrar, ella: «¡Estás volando muy alto!»
El: «¿Y tú Orí?»
Ella: «¡Vuela muy bajo!»
Anduvieron y anduvieron al tiempo de cosechar, ella: «¡Tu plumaje es dorado!»
El: «¿Y el de tu Orí?»
Ella: «¡Es gris!»
Nimah agrega: «Por fin existes fuera, Orí. Eres dorado y vuelas muy alto. Mas ya no te necesito.
Amo a un pajarraco gris que vuela bajo.» Orí pregunta:
«¿Y dónde está?»
La hija responde:
«¡Dentro de mí!»
Alejandro Jodorowsky
Cuento del libro La Vida Es Un Cuento
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Evolucionamos sobre un planeta que participa en una danza cósmica, donde todo va surgiendo, desapareciendo, transformándose. ¿Cómo entonces definirse? Para encontrar la raíz del uno “mismo”, un Yo permanente en la impermanencia, debemos situarlo más allá de la materia universal para identificarnos con su centro creador, sabiendo que hemos nacido para participar activamente en la evolución el cosmos. El “yo” individual y el “nosotros” cósmico no pueden sino unirse en la Conciencia.
Ideal que de forma simbólica se planteó la Alquimia, poniéndose como tarea espiritualizar la materia al mismo tiempo que materializar el espíritu. Traducido a un lenguaje psicológico, esto se transforma en: el Ego (“el yo”) de integrarse en el Inconsciente al mismo tiempo que el Inconsciente debe hacerlo en el Ego. Nuestra individualidad establecida por la familia, la sociedad, y la cultura se emparentado con la materia bruta, la nigredo, la podredumbre o plomo que la Alquimia transforma en oro, en Ser esencial, en Conciencia.
En “Metagenealogía”, Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa
Imagen: Mujer pájaro by Mayte Alvarado
Texto adaptado del blog de Lina Muses
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