“Si alimentas a tu lobo interior, tu oveja interior dormirá tranquila”.
— Alejandro Jodorowsky
Esta frase puede tener muchas lecturas, en especial la del rebaño rodeado por lobos dictadores que amenazan a las más negras, propio de las épocas dictatoriales en algunos países. Sin embargo, Jodorowsky la transforma, la adapta a estos tiempos, la vuelve herejía, mutando en lo humano, así aparece desde el Tao hasta la dualidad del cristianismo. Los lobos y las ovejas son uno solo:
“Hay un lobo en mis entrañas que pugna por nacer”.
La lógica propia de la lengua desaparece dando a luz; la lógica del inconsciente, la cual, confunde, distrae y arrebata. La oveja es sensual, pero asexuada y temerosa, mientras el lobo es poderoso, la seduce, la masturba, frotándola contra su propia opción de volverse lobo. Así lo describe
Manuel Silva Acevedo en el siguiente verso presente en el libro escrito por el poeta vivo más importante en la escena literaria chilena, Lobos y Ovejas: El libro-mito:
“Me parieron de mala manera
me parieron oveja...
me desprecio a mí misma
cuando escucho a los lobos aullar monte adentro”.
La oveja se convierte, el lobo la absorbe y se apodera de su inocente debilidad...
“... pero un día la loba me trago...
...y allí en la tiniebla
de su entraña de loba
me sentí lobo malo de repente”.
Como un Fama herido, a quien el cronopio para salvarlo de su soledad, le repite al oído “cronopio, cronopio, cronopio”...
La oveja lerda, soñadora, está deseosa se combatir su realidad, no obstante descubre que los lobos también temen, lloran y aman. Las escopetas los persiguen a ambos y en algunas ocasiones la oveja acecha a los lobos, dándose cuenta que son lo mismo:
“... y yo lo estaba viendo
yo que no soy más que una asustadiza oveja
y puedo afirmarlo nuevamente.
El lobo y la loba lloraban”.
Es así como “Lobos y Ovejas” tienen un mismo enemigo y revelan la simbiosis de su relación, que el amor y el odio no era más que miedo al hombre con escopetas, a un dios sin emisarios, ni bondades, sino uno despiadado que los destruye por placer.
En resumen, “Lobos y Ovejas” no es sólo una obra que se acomoda a los tiempos, sino es la obra poética del fin de siglo.
“Mi palabra de honor, dijo el lobo.
Tan solo quiero amarte, no te haré ningún daño.
Está bien, no hay más remedio.
Arrímate a mi lado, contesto la borrega.
El lobo la miró con los ojos ardiendo.
La oveja le devolvió la ardiente mirada.
Se estuvieron largo tiempo mirando.
El lobo y la cordera tuvieron este sueño.
Uno en el monte donde azota el viento.
La otra en el corral
pisoteada por sus hermanas”.
(*) El libro comienza con una dedicatoria a
Enrique Linh y esto nos da una señal; Linh, el poeta entre el amor y el odio. “Lobos y Ovejas” aparece al mercado en un contexto políticamente complejo: la dictadura. La obra se publica oficialmente el año 1976, pero éste ya había sido laureado.
“Lobos y Ovejas” es un mito de nuestra literatura, ayudado por el incendio a la Galería
Paulina Waugh, sólo se podía acceder a su lectura de la misma manera que las películas de
Alejandro Jodorowsky, por medio del “Tráfico de Cultura”.
Fuente: Adaptado de El Observatodo
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Ilustración: Sheep and wolf by Katzai
Intervención de Imagen: Manny Jaef