domingo, 8 de diciembre de 2013

A La Caza De Dios

Históricamente hemos ido sufriendo muchos contratiempos que han sido verdaderas patadas para nuestro orgullo humano. Nos arrojaron del centro del universo probando que el Sol no giraba alrededor nuestro. Luego supimos que el astro rey era muy pequeño, que estábamos existiendo en una ínfima galaxia, que éramos una mota de polvo perdida en la inmensidad del infinito. Freud destronó a la "razón" y nos demostró que éramos dominados por el inconsciente. Marx nos reveló que casi todos los problemas no tenían raíz en el "alma", sino en la realidad económica... el alma podía mejorar si el país tenía una economía bien dirigida. Gurdjieff, en el terreno esotérico, afirmó que nada hacemos, que todo no sucede; que somos máquinas... etc. La civilización occidental sólo nos enseña a vivir, pero rehuye enseñarnos a morir. Todo lo que tenga que ver con desintegración o muerte es considerado negativo...

El hombre actual está angustiado. No sabe, repito, a qué le teme. No se deja hipnotizar por miedo a comportarse de una manera extraña, ni quiere ir al psiquiatra porque le pueden decir lo que es y él tiene angustia de saber qué es en realidad. Fromm aconseja transformar esa angustia en miedo. El miedo es el temor a algo "conocido". Un angustiado se oculta en su concha y no lucha contra el mundo. Un miedoso sabe quién es su enemigo y lo combate. Un cobarde sabe quién es su enemigo pero no le presenta pelea. Un cobarde es un ser despreciable, quizás mucho más que el angustiado. Un miedoso es un ser positivo. Ahora bien, un valiente, el que no teme a nada, es un inconsciente o un idiota. Es el falso superhombre que se inmola inútilmente sin decirse que su deber es mantenerse vivo la mayor parte de su vida para luchar incansablemente. Es más difícil vivir que morir...

La mayor parte de los ciudadanos, no tienen vergüenza de su angustia porque la ocultan bajo el alcohol o los demás narcóticos y transforman su angustia en un "patín loco" o en una "onda formidable". Si tienen vergüenza del miedo y se hacen pasar por héroes (de tertulia). Se necesita humildad para decir: le temo a mis enemigos, son fuertes, son poderosos; a veces tienen la razón en las críticas que me hacen; pueden dañarme, etc. Aceptando al enemigo exterior e interior... - (soy egoísta, tengo núcleos homosexuales, poseo un complejo de Edipo no resuelto, mi aparente inferioridad esconde un sentimiento narcisista de supervalía, etc) - puede entablarse con él una provechosa batalla. Si afronto el escándalo no es porque sea valiente, sino porque he vencido a mi angustia.


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Montaje de Imagen: Manny Jaef 
@alejodorowsky en Twitter

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