miércoles, 1 de enero de 2014

Alejandro Jodorowsky Y Los Pasos Para Encontrar La Felicidad O Ser Uno Mismo

La premisa de la que se partía era sencilla: cómo ser feliz. Las pautas que llegaron a continuación no eran la panacea y ni mucho menos iban a dejar de lado todos nuestros problemas, pero tal vez sí supusieron un principio de algo: del cambio. ¿Hacia dónde? Hacia donde cada uno quisiera, pero siempre en una dirección más positiva que el camino que dejamos atrás.

Alejandro Jodorowsky, 84 años, salió al sobrio escenario del Circo Price de Madrid, donde apenas había una silla y un micrófono, con unos minutos de retraso sobre la hora prevista. Lógico: el público no había ocupado sus localidades cuando el reloj marcaba las 20:30 y a las puertas del Price la gente buscaba desesperada y sin suerte una entrada de reventa. Sold out. Próxima vez será...

A lo que íbamos: Jodorowsky salió al escenario y con píldoras de humor lanzó órdagos al respetable: ¿Somos felices? ¿Qué pasaría si nuestra existencia se detuviera en este preciso momento y no hubiera futuro? ¿Si no pudiéramos tener la casa de nuestros sueños? ¿Si nunca conseguimos a la persona deseada? ¿Si somos conscientes de que nunca vamos a ganar dinero que ahora? En el público, que se elevaba sobre nuestras cabezas (sentadas en palco) al cielo del Price, silencio. "No se preocupen, que nadie va a salir de aquí cambiado", advirtió. Pero puede, puede, que alguien si lo hiciera. Que hubiese cambiado al final de la noche.

Entonces emprendemos la búsqueda del Egregor: Jodorowsky nos pide que nos unamos a través de nuestras manos y gritemos una por una las vocales. Y entonces resulta impresionante ver a las aproximadamente 1.400 personas allí congregadas gritar mientras permanecen cogidas de las manos y se balancean de rodilla para arriba. ¿Terapia? ¿Timo? Sea lo que sea, lo cierto es que dar unas cuantas voces al aire deja al cuerpo como que más relajado...

Conversaciones con desconocidos

Lo que vino a continuación fue... ¿cómo explicarlo? Olvídate de la gente con la que has ido al taller y fíjate en personas nuevas, porque con ellas vas a interactuar hasta que salgas. Elige un primer desconocido y cuéntale toda tu vida en seis minutos. ¿Te parecen pocos? Pues te aseguro que sobran. Pasado ese tiempo, tu interlocutor te dirá: "Te he escuchado, te bendigo" y te dará un abrazo. Después la operación se repetirá cambiando roles.

Después elige a otro desconocido y repetimos la operación, pero esta vez el tiempo serán tres minutos. Finalmente, con tercer desconocido repetimos el proceso en un minuto. El resultado, además de gratificante (¿el abrazo?) nos hará darnos cuenta de que en seis minutos contamos todo; en tres, casi todo, y en uno, lo más importante. También seremos conscientes de que interactuamos con los demás en función de cómo ellos lo hagan con nosotros: una de mis desconocidas se giró cuando empecé a hablar. Se me quitaron las ganas de seguir frente a ella.

Dile a papá y mamá cómo te sientes

El principio del final resultó más traumático para unos que para otros. Lo que en principio parecía sencillo, se complicó: dado que el espíritu no tiene forma, dice Jodorowsky, podemos ver el de nuestros progenitores en cualquier persona. Así que cojamos a dos desconocidos y digámosles como si de nuestro padre y nuestra madre se tratara, lo que no nos gusta de ellos. Por pequeño que sea. "Puede ser como una piedra en el zapato", afirma Jodorowsky

La catarsis se apoderó del Price: la gente se dejó llevar y al final de la práctica pudieron verse lágrimas y hasta algún suspiro. Después, descanso.
El taller pasaba ya de la duración prevista, con lo que Alejandro Jodorowsky tuvo que (a su pesar) despedirse de Madrid. Pero antes del punto final nos invitó a meditar y nos dio uno de sus psico-mágicos consejos: "Lo que das, te lo das. Lo que no das, te lo quitas".

Fuente: www.que.es


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Montaje de Imagen: Manny Jaef 
@alejodorowsky en Twitter

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