viernes, 13 de diciembre de 2013

PENSAMIENTO EN LIBERTAD III

(Me siento, lo más inmóvil posible, a pensar sin finalidad. Pongo mi mente en silencio, imaginando que es un cielo azul y dejo venir las ideas, como si fueran nubes que atraviesan mi espacio vacío y se van, tan efímeras como vinieron. Yo no identifico ni me apropio de ellas pero tengo un gran gusto de verlas pasar, tal como una bandada de aves que no tienen dueño.)

En la creación artística la dualidad interior se excluye, la obra o es producto de una unidad absoluta o sólo efímera humareda. Se rompe el espejo y se penetra en el mundo como parte indisociable de él. El artista puede “ver” pero jamás puede “verse”. ¿Cómo entonces saber el valor de lo que se ha hecho? ¿Cómo saber quién es ese uno, ese ser abierto como un cáliz sin fondo a la lluvia de hostias? ¿Aferrarse al nombre como un naufrago a un viejo mueble que flota? Nunca supe lo que yo estaba diciendo con mis imágenes, supe lo que yo estaba sintiendo a mucha distancia de las palabras. No fotografié con una máquina, fotografié con mis entrañas. ¿Puedo juzgar a mi hígado? ¿Puedo describir el canto del torrente de mi sangre en las venas? Imposible. Ha tenido que venir críticos a explicarme, como yo nunca pude ni podré, en forma al parecer exacta y definitiva lo que yo, con tanto sufrimiento y cariño puede hacer. Les agradezco desde lo más profundo de mi ignorancia. Gracias a su intelecto finos como un escalpelo, a su lógica domada a punta de libros, gracias a sus inmisericordes gafas ahora sé por fin lo que hecho sin saber qué es, ni quién soy.

Alejandro Jodorowsky
Imagen: Moebius


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