El Tarot esta basado en diez niveles numerológicos, los cuales forman una especie de rueda o ciclo dinámico. En cualquier momento de mi vida, puedo reconocer que mis acciones, mi intelecto, mi vida cotidiana, mi creatividad, mis afectos, etc, se encuentran en uno o en otro nivel de la numerologia tarológica.
Por ejemplo, si estoy esperando la respuesta del banco para un préstamo de dinero con intención de comprarme un piso, estoy en el nivel 2 del plano material (espera, acumulación, detención). Si estoy deseando fuertemente acostarme con el marido de mi vecina, aunque mi propia pareja sea muy estable, estoy en un nivel 5 (tentación, nueva visión, nuevo ideal). Estos niveles como tales no son ni buenos, ni malos, solo pueden encontrarse estancados (con una tendencia a regresar al nivel anterior) o fluidos (con capacidad de moverse hacia el nivel siguiente). Para retomar los dos ejemplos, es posible que el banquero me diga “en este momento usted no puede pedir prestada tal cantidad de dinero, pero vuelva a intentarlo en seis meses más”. En este caso, el 2 se estanca, tiendo a volver al nivel 1 (potencial para desarrollar), a menos que decida dejar mi banco para ir a ver otros organismos de préstamo (nivel 3: estallido, creatividad, pero sin meta segura todavía). De la misma manera, el nivel 5, donde deseo al vecino Pepe, puede estancarse para siempre, lo cual produce una regresión al 4 (vuelvo a mi seguridad emocional/sexual, pero quizás empiezo a considerar a mi marido como un dictador, o un padre impositivo) o puede fluir al 6 (amor, placer, hacer lo que te gusta, salir del encierro). Lo cual no significa necesariamente que me acuesto con Pepe. Si Pepe no me desea o no se atreve a engañar su mujer, o si decido resistir a mi impulso sexual, puedo sin embargo considerar mi deseo como una señal que mi creatividad o mi líbido necesita expresarse, y por fin ir a tomar un curso de baile, pintar, cantar, o comprar ropa interior y un billete de avión para Acapulco, y vivir otra luna de miel con mi esposo.
Vemos, entonces, que la numerología del Tarot puede servir para describir y entender mejor la dinámica de nuestra vida personal. Pero, ¿cuál es la energía subyacente que nos hace salir del estancamiento y fluir junto con la numerología evolutiva? Los obstáculos exteriores (lo que decide mi banquero, lo que desea Pepe) no son la llave. La llave es la Conciencia, es decir la parte impersonal de nosotros mismos que, si la dejamos actuar a un nivel siempre mas alto, nos brinda soluciones creativas y embebidas de amor incondicional y de felicidad vital.
La numerología tarológica se aplica también a los niveles de Conciencia. En este caso, no son cíclicos sino lineales, y describen una ascención hacia el Dios interior.
Podemos describirlos rápidamente así:
➊- Nivel animal: sobrevivir
➋- Nivel infantil: recibir, jugar, consumir
➌- Nivel adolescente: desafiar al amor y a la muerte, identificarse a un clan fuera de la familia, imitar a los amigos
➍- Adulto egoísta: construir y asegurar la seguridad para uno mismo
➎- Adulto altruista: convivir con los demás, pero en una forma jerárquica
➏- Adulto transpersonal: nada para mí que no sea para los demás (los personajes del VI y del XVI son todos del mismo tamaño)
➐- Adulto planetario: el planeta y yo estamos absolutamente unidos, vivo según esta conciencia, sin dañar ni derrochar nada.
➑- Conciencia solar: me salgo del planeta para hacerme consciente del sistema solar. Como la Luna, puedo reflejar la luz del Sol. Toda la historia de la humanidad es mi historia.
➒- Consciencia cósmica: si me ilumino (como el sol, que es pura luz) también me doy cuenta que soy una estrella entre miles y millones de estrellas. Fuera del tiempo y del espacio, vivo en la inmensidad del cosmos.
➓- Conciencia angelical: mas allá de la rueda del karma (X), como los ángeles que ven directamente a Dios (XX), me uno a la felicidad divina.
Hace dos días, descubrí que la santa indiana Ma Ananda Mayi describía aquello que ella llamaba “la ascensión del adorador” también en diez etapas. Interesante... Para ella, la primera etapa es “una atracción hacia Dios”. La segunda: “el alma está impaciente por acercarse a El”. Tercera: “uno siente el deseo de realizarlo fácil y rápidamente” (impaciencia adolescente!). Cuatro: “uno lo busca a través de los artificios del Yoga” (la base material estable, corporal, que se encuentra el el nivel 4). Después (5) “el espíritu tiene sed de elevarse más alto en la contemplación divina” (interesante para nosotros: la contemplación es la “vista” del Papa y los ojos del Diablo...). Ma Ananda Mayi describe los niveles 6 y 7 así: “un amor (6) desbordante donde se vierten lágrimas, que nos conduce (7) a nadar poco a poco en la Beatitud divina”. En la etapa 8 “el pensamiento constante del Amado reina supremo en nosotros” (como la luz del Sol que llena la superficie de la Luna) y en la 9 “el alma llega a olvidar el Yo individual” (identificándose a la luz). Por fin (10) “viene la realización del Yo, que es la salvación” (el Yo como Ser esencial todavía encarnado en la realidad humana).
Tenemos diez dedos en las manos y diez en los pies. Como seres humanos, estamos estructurados para pensar la totalidad como unión o graduación de diez elementos, pero también sabemos que la suma de estos elementos no es el Todo. De la misma forma que la numerología está enmarcada en una Totalidad figurada por la pareja Mat-Mundo, estos diez niveles de Conciencia anidan en la impensable mano de la Divinidad.
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Marianne Costa
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