Cuentan que Prometeo, por robar el fuego a los dioses y darlo a la humanidad, fue castigado. Lo ataron a una roca para que un águila, en medio de atroces sufrimientos, le devorara eternamente el hígado... En realidad Prometeo no sufrió. Ese castigo le enseño a amar. Cada mañana, con éxtasis, le ofrendaba al ave rapaz su víscera y mientras más daba, más obtenía. Quien da, crece y multiplica. Quien guarda, disminuye y aniquila.
Alejandro Jodorowsky
Ilustración: Prometheus by Nan Wu (Anne)
No hay comentarios:
Publicar un comentario