“En cierta ocasión, un ángel disfrazado de sadhu hindú pasó por delante de una mezquita y sintió curiosidad. Al asomarse, algunos le gritaron y amenazaron con golpearle si no se marchaba.
Así, sin decir nada, el ángel se dio la vuelta y se alejó, pero al pasar junto a un derviche ciego, este hombre reconoció el Espíritu del Señor en aquella criatura y lo llamó a gritos, conduciéndolo hasta su casa, donde comieron y conversaron, despidiéndose después.
Los que se encontraban en la mezquita, que habían visto la escena, creyendo que viejito no sabía que había alojado a un infiel, se llegaron hasta su casa y le recriminaron lo sucedido, a lo que el hombre contestó:
- Las almas débiles y poco desarrolladas no tienen otra manera de amar más que odiando todo lo que les es ajeno. Este instinto es similar al del perro que protege la propiedad de su amo contra los intrusos, solamente que el instinto canino es mejor, ya que que el perro jamás toma a su amo como enemigo, ni a su hermano como forastero, aunque venga disfrazado con cualquier vestimenta.
Los hombres, que no entendieron nada, se marcharon burlándose de él”.
Reflexión:
¿Y Tú quién eres?... ¿el sadhu hindú?... ¿el derviche ciego?... ¿o un alma débil?
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