Parece que el origen del adagio se remonta a escritos antiguos de Heraclio, Esquilo, Herodoto y Píndaro; Sócrates lo lleva al terreno filosófico, y desde él todos los filósofos y las distintas religiones y culturas indagan y profundizan sobre este adagio en su defensa de la verdad. La filosofía no surge de preguntarse uno quien es Dios, sino quién es el hombre. En tiempos más próximos Scheler y Heidegger dicen: "nunca hemos sabido tantas cosas sobre el hombre y nunca hemos sabido menos del hombre".
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