Un guerrero se encontró frente a un monstruo de piel invulnerable. Le disparó una flecha que no le hizo más efecto que una picadura de mosquito; cargó contra él con su lanza, que se rompió sin siquiera hacerle un rasguño, le golpeó con su hacha, que se hizo trizas del impacto; recurrió a su espada, que voló hecha pedazos. Ni sus patadas ni sus puñetazos o cabezazos tuvieron el menor efecto sobre la bestia. No hubo manera. El espantoso monstruo, levantando al guerrero, le dijo entonces:
-Estás derrotado. Voy a devorarte.
-No cantes victoria antes de hora. Cuando esté dentro de tus entrañas, te envenenaré.
-¿Y con qué piensas envenenarme? le preguntó el monstruo.
-Con la verdad.
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Alejandro Jodorowsky: La actitud del guerrero va muy lejos, puesto que dice: «No seré nunca vencido. Aunque el monstruo me mate, no me vencerá, pues, de todas formas, me he entregado a la verdad. Será ella la que actúe».
Si piensas que tu vida es una sucesión de «muertes» y de «renacimientos», en la que pasas de un nivel de conciencia a otro, y si piensas también que luchas, aquí y ahora, para renacer a una vida más plena, entonces luchas sin tregua y, hasta el último segundo, no pierdes la esperanza. No te rindes y no te domina la duda.
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