domingo, 12 de enero de 2014

Nuestro Cuerpo Se Niega A Desaparecer

El ego material no quiere morir
Marianne Costa define “los territorios del árbol” como las hermandades. Nuestra hermandad, la de nuestros padres y la de nuestros abuelos.
En la hermandad nos están dando un territorio, es decir un espacio. Sólo debemos contar con aquellos hermanos con los que en realidad hemos convivido. En general, los hermanos con los que nos llevamos más de 10 años de diferencia suelen actuar como figuras maternas o paternas.
El territorio, simplificando un poco las cosas, es el espacio que nos dan. Si somos hijos únicos tenemos todo el espacio para nosotros, no tenemos necesidad de compartir nada, ni tampoco hay competencia. En cambio si ocupamos el sexto lugar dentro de nuestra hermandad, siempre seremos conscientes de que hay otros cinco que llegaron antes que nosotros. Puede que nos viéramos obligados a compartir la habitación con otros hermanos. El último de los vástagos ocupa una posición en la que con frecuencia se ve obligado a competir.
Incluso el lugar que ocupábamos en la mesa, nos ofrece valiosos datos sobre nuestra posición en la familia. Recordando que la posición de mayor poder es a la derecha del padre. Hay una forma para evitar estos agravios comparativos, consiste en tener una mesa circular en la que no hayan sitios fijos, donde todos puedan sentarse indistintamente en diferentes posiciones.
Dice Jodorowsky que andamos proyectando continuamente nuestros problemas familiares en la vida. La vida es un escenario donde reproducimos nuestro “drama familiar”. Son otros actores los que intervienen en la obra, pero el guión ya está escrito.
Según Jodorowsky, primero debemos investigar cómo hemos vivido la hermandad:
◆ Si tus padres querían una niña y fuiste niño o viceversa.
◆ Si había un preferido o preferida.
◆ Si hubo un aborto antes de tu nacimiento o después del mismo.
◆ Si hay un hermano muerto antes de tu llegada al mundo.
◆ Si nos dieron un sitio o no nos lo dieron.
Con la hermandad, siempre se trata de un problema espacial... (de espacio)
Este nivel influye en lo material, el dinero y el cuerpo se relacionan con la hermandad en el árbol genealógico.
Jodorowsky define cuatro egos: material, libidinal, emocional e intelectual. El ego material lo relaciona simbólicamente con los oros del Tarot. Allí están nuestras necesidades, también el cuerpo, el dinero (como energía más densa), la ropa, la comida, la casa (entendida como techo que nos cobija)...
Marianne Costa dice que también hay necesidades “locas”, como fumar. En este “ego” deseamos convertirnos en campeones, como son los deportistas de élite o acumular enormes fortunas como en el caso de Bill Gates.
En palabras de Marianne Costa: “debemos preguntarnos, ¿Cuál es mi sitio? Cada árbol nos da un sitio o territorio. Hasta tal punto que los gemelos y los mellizos deben compartir el espacio en el útero y después en la vida. Ninguno entrará en el espacio del otro y acabarán sin saberlo por desarrollarse de forma complementaria, dando lugar a dos medias personas. Si uno es el inteligente, el otro será el intuitivo. Si uno desarrolla la creatividad, el otro desarrollará la parte material.
Tenemos un cuerpo físico que debemos considerar como nuestro templo, al que debemos alimentar y vestir. De niños, ¿Sufrimos algún tipo de abuso en alimentación o en la forma de vestirnos?”
Debemos ser conscientes de que todo lo que nos hicieron de niños, después de adultos nos lo hacemos a nosotros mismos. Si no me compraron ropa, de mayor tendré dificultades para comprármela. Me obligaron a comer cosas que no me gustaban, hoy continuará la misma dinámica... nos convertimos en nuestros propios carceleros.
Jodorowsky también dice que las relaciones competitivas entre hermanos están causadas por el desequilibrio de los padres. Toda lucha fraternal está originada porque los padres compararon a los hijos...
Marianne comenta que en este centro está el agradecimiento, la felicidad de vivir. El agradecimiento es el sentido de la abundancia.
Este es un ego que no desea desaparecer, que no quiere morir.
Un cuento para terminar de explicar este ego: Se trataba de un gran gurú rodeado por todos sus discípulos en ese difícil tránsito hacia la muerte. Entonces uno de sus discípulos se acercó para preguntarle por sus últimas palabras
- El gurú contestó: ¡No quiero morir! ¡No quiero morir! ¡No quiero morir!


Texto tomado de: Plano Sin Fin (http://www.plano-creativo.com/)

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