martes, 7 de enero de 2014

El Carro VII

Regresivo: pretende actuar en el mundo (en el presente) pero solo conoce su mundo (su pasado, que se repite mecánicamente). Todo lo devuelve a conflictos antiguos que ignora, o que pretende haber sobrepasado. Si es estrella de cine y recibe un Oscar, llora dedicándolo a su papá. Si es presidente de un país, se deja manipular por una mujer o una amante quien tomo el sitio de su mamá todo poderosa.

Estancado: con las ruedas de su carro hundidas en la tierra, se dedica a actuar. Cree seguir el consejo de la Baghavad Gîta "tienes derecho a la acción, no a sus frutos", pero se equivoca; lo entiende como un llamado a la sobre-actividad. Actúa por el placer de actuar, en una especie de borrachera energética que ignora la finalidad real de su acción y termina siendo ombliguista. Cuando se le baja un poco la energía, toma cocaína u otros estimulantes, se enoja contra alguien o sale a seducir un(a) amante. Su religión es actuar; cierto que puede producir frutos sabrosos, pero también se puede convertir en una energía absolutamente destructora. Por ejemplo: en un accidente de coche, sin querer, mata a una familia entera. 

Fluido: este Carro conoce su rumbo. O más bien, lo intuye; fluye hacia el vacío de la mente, la paz del corazón, el sublime no-actuar del artista sagrado, la prosperidad agradecida del instante. Elige "el camino correcto", es decir que se va corrigiendo a medida que camina. Es el "mahakarta", el "gran obrador" de las Upanishad, el ser humano establecido dentro de la Conciencia y del cual toda acción está en conformidad con Ella. Llegando a la espontaneidad, se deja llevar por la justeza del movimiento planetario, sin hacerle ningún daño a nada ni a nadie. Es una Conciencia encarnada, que descubre la verdadera humildad.

Marianne Costa En facebook (https://www.facebook.com/pages/Marianne-Costa/174811162588522)


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