domingo, 1 de diciembre de 2013

LAS MAGAS DE ALEJANDRO: La Hija De Gurdjieff

Reyna D´Assia descubre a Jodorowsky cuando éste promovía su película El Topo. Al verlo se le echa encima, lo abraza, venía buscándolo desde Nueva York: senos que retaban, nalgas rebosantes, encrespada melena extendiéndose como un aura de alquitrán y en lugar de ojos, dos pozos azules. El artista viste el atuendo de cuero negro que usó para su película, pues cuando ella lo encuentra él daba una conferencia de prensa; la extravagante mujer lo invita a su hotel, al llega
r se desnuda y le pide que, sin quitarse su traje negro, la penetre. Así como Doña Magdalena le revela los secretos del cuerpo mediante las técnicas que él llamará masaje iniciático, la bella muchacha va a mostrarle las técnicas vaginales de éxtasis sexual que aprendió de su madre, quien fue enseñada a su vez por el célebre filósofo ocultista George Ivanovich Gurdjieff (Ver Ciclo No. 38), padre de Reyna: Gurdjieff decía que la mayoría de las mujeres, por perezosas, tienen un “atanor” muerto. Desde pequeñas se les enseña que el falo es poderoso, activo, vital y que ellas llevan entre las piernas un cesto semejante a un pantano, sin otra posibilidad de acción que la de ser llenado por el sembrador de espermatozoos. Gurdjieff enseñó a mi madre a despertar y hacer crecer su alma desarrollando una vagina viva. De la misma manera como enfrenta el cuerpo de Doña Magdalena o de Irma Serrano, el artista percibe el de D´Assia también con sus palabras: Mi vagina logra realizar todos los movimientos que hace la lengua. Es más, puedo a voluntad aumentar o disminuir la secreción lubricante. El discurso de la extranjera empalma en efecto con los conocimientos difundidos por el mago ruso, quien llegó a Estados Unidos presentando su escuela de Danzas iniciáticas, y que Reyna representa para el artista, quien presencia cómo ella sentada como una reina, con las rodillas muy separadas, después de una larga absorción de aire lo fue expeliendo para producir un ruido musical, entre metálico y orgánico. Ella le explica que en la remota antigüedad, para hacer dormir a los pequeños, las canciones de cuna se entonaban con la vulva. Cuando las mujeres olvidaron esta capacidad, sus hijos cesaron de sentirse amados. El llanto que te embarga expresa el dolor de haber tenido una madre con el sexo mudo. Al mismo tiempo que lo alecciona sobre la naturaleza del amor y la conciencia, le enseña técnicas sexuales: Esta que acabas de conocer es la primera de las técnicas que toda mujer debe desarrollar para satisfacer a sus amantes, la manual. Las otras tres son la bucal, la vaginal y la anal. Mi santo padre asimilaba estas cuatro habilidades a los centros intelectual, emocional, sexual y corporal. Está claro que vía manual corresponde al cuerpo; la vaginal, al sexo y la bucal, al intelecto. Por tanto, empleando la técnica anal podemos controlar las emociones del hombre ¿quieres ensayar? Ensayé y me volví loco.
Como se puede notar la experiencia es muy original y ofrece una dimensión nueva a lo erótico. El artista le pide que se quede en México y ella ríe, llamándolo un bárbaro psicológico. Unas cuantas contracciones del esfínter anal han bastado para que te encadenes a mí. Los diálogos de este capítulo son delirantes e instructivos, pues en todo momento D´Assia expone el evangelio de Gurdjieff, a tiempo que hace el amor y danza, recitando series incomprensibles de números, hasta que finalmente le propone a Jodorowsky ir a Monte Albán y luego buscar un brujo en un pueblito para comer hongos que producen una verdadera muerte. Encuentran, después de mil peripecias, al anciano Prudencio Garza, que ya los esperaba, los lleva a su choza y le pide a ella que se desnude y se acueste en el petate. Le da a comer cuarenta hongos blancos semejantes a pequeños falos. El viejo reza a la Santa Muerte. Ella empalidece y deja de respirar. Pasan las horas. Al otro día sigue igual, hasta que el viejo le da de beber al artista un poco de leche. Cae dormido y despierta hasta que ella ya está vestida, se van y le cuenta ella que al despertar me encontré tendida en el suelo, desnuda, con las piernas abiertas y Don Prudencio sobre mí introduciendo su falo en mi vagina. No sé qué pensar. Es extraño que yo volviera a la vida justo cuando él eyaculaba. Al final del capítulo aparece una foto de Reyna, con una niña, que luego de algunos años ella le envió a Jodorowsky con una lacónica misiva: Yo con Ivanna, mi hija. No sé si su padre eres tú o don Prudencio.
Como se puede ver en esta breve glosa, cada capítulo con sus respectivos personajes, está narrado a manera de un cuento; Jodorowsky es uno de los mejores escritores hispanoamericanos, aunque el término “escritor” le queda corto, pues su interés es extra literario. Él lo que busca es aportar su experiencia a los lectores, en el camino del autoconocimiento y, también, difundir los valores de la tradición oculta en prácticas de sanación. El arte, para el chileno-judío-mexicano-francés, es el espacio que conecta todos los mundos y todos los estadios del hombre. Para finalizar, su libro apunta sabrosas anécdotas con Pablo Neruda, George Harrison, (que quiso interpretar el papel principal de la película La Montaña Sagrada, siempre y cuando el director eliminara la escena en la que a este personaje se pone en posición supina, con las nalgas frente a la cámara y se le enjabona el ano), Mario Moya Palencia, secretario de gobernación de Luis Echeverría, que lo manda traer con policías a su despacho para amenazarlo por la próxima presentación de su película La Montaña Sagrada; Dalí, que le quería cobrar por actuar en Dune, proyecto frustrado, cien mil dólares la hora; Orson Welles, que aceptó participar; Fellini, que al verlo exclamó: ¡Jodorowsky! Al borde de las lágrimas respondí: “Papá!”.




No hay comentarios:

Publicar un comentario